Cual fraganciosa flor de amor, cual mensajera de beldad,
y cual azulada ilusión, cual sol primaveral.
¡Así llegaste a mí, mujer, con tu belleza angelical
y como un sueño de hadas que hiciera realidad!
Sentí nacer en mí el placer, sentí la dulce sensación
que brinda la felicidad y un beso de pasión.
Pero un atardecer fatal la parca al cielo te llevó
y aquella dicha al recordar, ¡me llora el corazón!
Fue
la triste soledad
que a mí
trajo la evocación
y así
en la nostalgia gria
volvió
sonriente la ilusión.
Fue
tan sólo una visión
feliz
la de mi corazón.
Después
volvió la realidad
y en mí
la triste soledad.
Vos fuiste para mí la luz, mi luna, sol y cielo azul,
la flor de mi jardín de amor, ¡sueño de juventud!
Despojos de un ayer feliz quedaron en mi corazón,
¡desde el atardecer fatal que te fuiste con Dios!
Noviecita que ya no estás, ¡amor que nunca volverá!
Qué cruento es mi vivir, así, ¡en esta soledad!
Venero tu recuerdo, que es bálsamo de mi dolor,
¡y un poco de felicidad para mi corazón!